- por Hipocampo / Literatura
"Morir será la mejor aventura" asegura
J. M. Barrie desde la voz de Peter Pan; uno de los personajes clásicos
de la literatura infantil, que a más de cien años de su nacimiento sigue
seduciéndonos con su discurso sobre la infancia y el tiempo diluidos
–tan sutilmente que ni siquiera lo notamos –en un universo paralelo, un
macrocosmos sin edad llamado Nunca Jamás .
Así es, estos temas macabros y de tintes
filosóficos caben en un libro para niños, y es que la literatura
infantil es a menudo refugio y oasis de los temas más socorridos, ante
los cuales recurrimos una y otra vez, casi como si de un oráculo se
tratara: la libertad, la muerte, el tiempo, el amor. Sin embargo, lo que
la literatura infantil no ha olvidado es volver a ese lugar donde la
infancia se vuelve consciente y poéticamente útil; el cumplimiento de un
recuerdo desde una memoria no tan lejana. Y es gracias a este retorno
al territorio de la infancia que un libro "para niños" hace las veces de
principio regenerativo en nuestro imaginario, y cada fragmento que
podemos recordar de El Principito de Saint Exupèry o Alicia en el País de las Maravillas
de Carroll nos remiten al origen de alguna experiencia personal, o al
origen mismo de las cosas, de las emociones; no por nostalgia, sino por
la forma tan honesta en que la infancia cuestiona al mundo.
Sin embargo, de entre toda la literatura infantil Peter Pan
se ha convertido en la definición voluntaria e involuntaria de ese
lugar remoto al que llamamos niñez, el almacén de nostalgias prematuras y
póstumas sobre lo que fuimos, o para terminar pronto, lo que ya no
somos. Barrie no sólo nos lleva a una dimensión donde irremediablemente
triunfa la infancia, sino que crea una utopía de la misma a partir de un
personaje, un niño llamado Peter, eternamente negado a crecer, y
habitante de un universo que da cabida a todo lo que la realidad –y
sobre todo la sociedad – nos niega de frente. Éste niño tiene muchas
peculiaridades, pero tal vez la más peligrosa y transgresora sea la
consciencia que tiene sobre su propia infancia, Peter es la verdadera
utopía, Nunca Jamás es sólo su mundo, la consecuencia de su triunfo ante
una sociedad que convierte a los niños en autómatas. Pero no a él. En
un gesto de independencia casi anárquico Peter decide habitar e
instalarse en la infancia, perfeccionándola, creando un estado ideal de
libertad, una utopía, y es entonces cuando Pan se vuelve invencible,
incluso ante su propia muerte, ante la cual no teme, pues tiene la
certeza de haber vivido.
Con todo esto Peter Pan ha sido
para la literatura la síntesis inmejorable de lo que se entiende por
infancia, en su sentido más simple y complejo, una obra tantas veces
malinterpretada como vuelta a leer por el modo en que nos fascina
descubrir a un niño que sabe que se es libre o no se es nada, y de un
mundo que pospone y alienta simultáneamente esa libertad. Pero sobre
todo – y sin duda alguna aquí radica su verdadera trascendencia – Peter Pan
nos deja mirar entre líneas un momento del que alguna vez fuimos
dueños, para al final, como escribió el propio J. M. Barrie "marcharnos
tan contentos, portándonos como los seres más despiadados del mundo, que
es lo que en realidad son los niños."