Al leerla, he sentido en mi alma un aldabonazo y mi espíritu ha querido sacudirse de tanta hipocresía y apariencia. 
Pienso en la vida que ha quedado por vivir, pero sé que sembró semillas de curiosidad, de solidaridad y de libertad, y, desde donde esté, recogerá sus frutos.  
 
 
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