jueves, 26 de abril de 2012

Lázaro y el ciego

De nuevo Ángela, mi querida alumna Ángela, vuelve a colaborar con todos. Nos ofrece un comentario del famoso pasaje de El Lazarillo que muestra el intercambio de tretas entre el protagonista y su amo, un ciego al que ayuda.

Lázaro y el ciego
Usaba poner cabe sí un jarrillo de vino, cuando comíamos, y yo muy de presto le asía y daba un par de besos callados, y tornábale a su lugar. Mas duróme poco, que en los tragos conocía la falta y, por reservar su vino a salvo, nunca después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa asido. Mas no había piedra imán que así atrajese a sí como yo con una paja larga de centeno que para aquel menester tenía hecha, la cual, metiéndola en la boca del jarro, chupando el vino, lo dejaba a buenas noches. Mas, como fuese el traidor tan astuto, pienso que me sintió, y dende en adelante mudó propósito y asentaba su jarro entre las piernas y tapábale con la mano, y así bebía seguro.
Yo, que estaba hecho al vino, moría por él, y viendo que aquel remedio de la paja no me aprovechaba ni valía, acordé en el suelo del jarro hacerle una fuentecilla y agujero sutil, y delicadamente, con una delgada tortilla de cera, taparlo. Y al tiempo de comer, fingiendo haber frío, entrábame entre las piernas del triste ciego a calentarme en la pobrecilla lumbre que teníamos, y al calor de ella, luego derretida la cera, por ser muy poca, comenzaba la fuentecilla a destilarme en la boca, la cual yo de tal manera ponía, que maldita la gota que se perdía. Cuando el pobreto iba a beber, no hallaba nada. Espantábase, maldecíase, daba al diablo el jarro y el vino, no sabiendo qué podía ser.
-No diréis, tío, que os lo bebo yo -decía-, pues no le quitáis de la mano.
Tantas vueltas y tientos dio al jarro, que halló la fuente y cayó en la burla; mas así lo disimuló como si no lo hubiera sentido.
Y luego otro día, teniendo yo rezumando mi jarro como solía, no pensando el daño que me estaba aparejado ni que el mal ciego me sentía, sentéme como solía; estando recibiendo aquellos dulces tragos, mi cara puesta hacia el cielo, un poco cerrados los ojos por mejor gustar el sabroso licor, sintió el desesperado ciego que ahora tenía tiempo de tomar de mí venganza, y con todas sus fuerzas alzando con dos manos aquel dulce y amargo jarro, lo dejó caer sobre mi boca ayudándose, como digo, con todo su poder, de manera que el pobre Lázaro, que de nada de esto se guardaba, antes, como otras veces, estaba descuidado y gozoso, verdaderamente me pareció que el cielo, con todo lo que en él hay, me había caído encima.
Fue tal el golpecillo que me desatinó y sacó el sentido, y el jarrazo tan grande, que los pedazos de él se me metieron por la cara, rompiéndomela por muchas partes, y me quebró los dientes, sin los cuales hasta hoy me quedé.
Desde aquella hora quise mal al mal ciego y, aunque me quería y regalaba y me curaba, bien vi que se había holgado del cruel castigo. Lavóme con vino las roturas que con los pedazos del jarro me había hecho, y, sonriéndose decía:
-¿Qué te parece, Lázaro? Lo que te enfermó te sana y da salud.

 COMENTARIO DE TEXTO

Este texto, fragmento de la obra La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, más popularmente conocida como El Lazarillo. Fue escrita hacia 1544, siendo una novela anónima de carácter picaresco.
El fragmento se localiza en el Tratado I, pues el ciego cruel fue su primer amo, y es el correspondido.
Como se comenta anteriormente, es una novela picaresca que se desarrolla en el S.XVI, alcanzando un gran éxito. Es una narración escrita en prosa, en la que se muestra que la postura del autor es objetiva, mostrando la realidad, pero siempre bajo un punto de vista crítico, añadiendo así parte de subjetividad. El narrador se encuentra en primera persona central, pues es el mismo protagonista el que nos narra su vida; por lo que se podría decir que es una autobiografía.
Trata sobre una de las travesuras que Lázaro le hace a su cruel amo, el ciego. En él se ve que él muestra su picardía y que el viejo, al descubrir el engaño, se venga del muchacho. Con lo que de ahí sacaríamos los temas tratados: la picardía y la venganza.
El texto se divide en introducción, nudo y desenlace, no coincidiendo con su estructura externa, pues la introducción sería la primera frase y de esta en adelante empezaría el nudo, que abarcaría hasta el final del tercer párrafo. El cuarto y último de ellos finalizaría el relato, siendo este el desenlace.
Entremos ahora en el estudio de la obra en los distintos niveles existentes.
En la morfosintaxis, podríamos resaltar el estilo verbal del relato pues al ser una narración se cuentan los acontecimientos vividos por le protagonista. Los verbos se encuentran en pretérito imperfecto, mayoritariamente, (comíamos, asía, estaba, teníamos…). También comprobamos el uso abundante de adverbios y nexos, tanto conjunciones y preposiciones (y, pero, poco, sino, más, no). Por ello nos percatamos de que las oraciones son compuestas y elaboradas, al mismo tiempo que lo son naturales, pues se refleja la realidad y se intenta que el mensaje llegue al público, por ello el léxico es adecuado para la gente de la época.
Se frecuenta la utilización de frases hechas (daba un par de besos callados) y refranes (lo que te enfermó te sana y te da salud).
Además, este estilo natural hace que la voz de Lázaro parezca verdadera y creíble. El texto pertenece a un registro culto, pues está elaborado y trabajado, aunque se muestre de forma natural. El uso de frases hechas y refranes muestra un ejemplo de connotación y denotación, pues, por ejemplo en “un par de besos callados”, se identifica “besos” con “tragos”. Una de las metáforas que se encuentran en el fragmento.
Analizando los elementos de la narración, vemos que en la introducción se muestra la situación en la que están, pues Lázaro tiene que intentar alimentarse sin que su amo se entere de que lo está engañando. En el nudo, vemos las hazañas que el muchacho tiene para lograr engañarlo, en una de ellas, Lázaro bebe cuando el ciego suelta la jarra, la darse cuenta el viejo la pone entre sus piernas, cosa que a Lázaro no le impide seguir bebiendo pues con una cañita sigue sorbiendo. Entonces, el gruñón ciego tapa con sus manos la jarra, y Lázaro elabora un pequeño agujero en la base de esta, que lo tapa con cera cuando no bebe. El ciego busca y busca por donde se escapa el vino y encontró la trampa. Llegando al desenlace, el viejo piensa su venganza y lanza la jarra en la cara de Lázaro cuando este está bebiendo, destrozándole así todas las partes de esta. El relato acaba con uno de los refranes del viejo: “Lo que te enfermó te sana y te da salud”. Cosa que a Lázaro no le hizo gracia. Concluyendo así el desenlace del fragmento. En este solo encontramos los dos personajes nombrados: Lázaro y su amo, el ciego. Estos deben encontrarse en el campo, en una de las épocas frías del año por el contexto del relato, pues se dice que están arrimándose a una candela y que Lázaro se acurrucaba en las piernas del ciego porque tenía mucho frío. Por ello mismo podría estar al relente y no en un lugar cerrado.
Pasemos ahora al análisis de las figuras retóricas, donde encontramos varias veces el hipérbaton, por ejemplo: “solía el ciego poner junto a sí un jarrillo de vino cuando comíamos”, donde el complemento circunstancial de tiempo estaría mejor al principio de la oración y el verbo “solía” se podría poner detrás del sujeto. Se utiliza, también, el polisíndeton, por ejemplo: “y desde allí en adelante cambió, y colocaba su jarro entre las piernas y lo tapaba con la mano, y así bebía seguro”. Al igual que el asíndeton, por ejemplo la segunda oración del tercer párrafo. Mostrando la intención del autor en cada caso. También la metáfora como “moría por él” en la que se quiere decir que deseaba mucho beber. Esta también es una hipérbole, pues se exagera el deseo de beber vino.
En conclusión, esta obra representa un gran éxito para la literatura española, pues muestra el reflejo en la que la sociedad vivía en aquella época. Además se critica a esta, sobre todo la iglesia, por ello mismo el autor no firma la obra.
Concluyendo este fragmento, vemos que muestra también el reflejo de la picardía con la que debían vivir en aquella época. Por eso, se reconoce que es una gran obra.
 Ángela Jiménez 3º A

 

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